Nos hemos acostumbrado a escuchar y a perseguir los beneficios de la relajación, hasta tal punto que ni nos planteamos lo absurdo que puede llegar a ser pretender vivir relajados.
La vida, la comunicación, conducir, comprar o vender… son actividades que requieren cierto esfuerzo muscular y una gran dosis de atención. Y ni una cosa ni la otra son compatibles con estar relajados, laxos, quietos…
La actitud que requiere un proceso de negociación, una conversación, una conferencia o educar a un hijo, es más similar a la que muestra un jugador de tenis, que a la que podemos ver en un cuerpo tumbado recibiendo un masaje.
Y es que nuestras interacciones con el medio, sean laborales o personales, serán tanto más efectivas, cuanto más capaces seamos de escuchar, responder, reaccionar… y todo ello implica estar muy, pero que muy despiertos. Es decir: nada relajados.
Ahora bien, es cierto que si la relajación puede dejarnos K.O. también el exceso de tensión puede hacerlo. De hecho, si analizamos ambos estados tan aparentemente opuestos (exceso de tensión vs relajación) descubrimos que son similares en cuanto al tipo de trabas que producen en la relación con los demás y/o con el entorno: desconexión, falta de escucha, problemas de atención, dificultad de respuesta ante imprevistos…
¿Qué hacer entonces?
Te propongo que, mientras llega la segunda parte de este artículo, lo descubras tú mismo.
Te dejo una pista: ¿qué hace Rafa Nadal?
Leer parte II: http://pruebatemagazine.com/vivir-relajados/
¡ESPERO VUESTROS COMENTARIOS!
SALUDOS,
CARMEN ACOSTA.
¿TE HA GUSTADO ESTE POST?
¡Suscríbete gratuitamente a nuestro boletín de PRUEBATE MAGAZINE!
En el momento en el que te suscribas recibirás de regalo, a través de tu correo electrónico, el vídeo tutorial: “El saludo: el arte de dar la mano”, por Marina Fernández Estacio.