¿Somos coherentes en la vida real con nuestros perfiles en las redes sociales?
Cada día leemos más artículos destinados a saber cómo movernos en las redes sociales. Se han convertido en una herramienta básica para mostrar quiénes somos y cómo actuamos. Es fácil encontrar ya manuales para desenvolverse en ellas y conseguir visibilidad. El caso es que cada vez hay más empresas que buscan nuevos talentos a través de las redes y se han convertido, bien gestionadas, en una maravillosa carta de presentación.
Nuestros perfiles en la redes sociales, tanto las que tienen un carácter más profesional como las que usamos para temas más privados, forman parte de lo que somos y nos ayudan a comunicar nuestra Marca Personal y nuestra reputación. En esto no hay separación. Todo ello, nos lleva a hacer un ejercicio de coherencia para mostrar nuestra autenticidad y que todo lo que hacemos evidente en las redes no nos reste puntos ante un proceso de selección o merme la solidez de nuestra marca ante nuestros clientes…
El mundo virtual es un escaparate que lleva a la máxima potencia lo que somos pero no lo sustituye ni lo cambia.
Las redes sociales crean sinergias muy positivas y te llevan a conectar con personas con las que tienes intereses comunes y que, de otro modo, no habrías tenido oportunidad de contactar.
Son además una forma eficaz de aportar valor como marca personal y compartir todo aquello que te interesa. Y ¿cómo no? una fuente de conocimiento y aprendizaje constante para nosotros, ya que nos permiten estar al día de nuevas tendencias y contenidos que otros aportan y que pueden ser de gran valor para nosotros.
Sin embargo, nosotros no somos un perfil en la redes sociales, somos personas y debemos transpirar esa humanidad siempre. Lo digo porque a menudo, al dejar la red y llevar al terreno offline estas relaciones, sobre todo a nivel profesional, nos encontramos con algunas sorpresas. Y nosotros mismos, a veces, cuando tenemos que aprovechar las oportunidades que nos surgen gracias a nuestro trabajo de difusión en la redes, no sabemos cómo trasladar ese potencial y mostrar nuestro talento.
Y no me refiero sólo al hecho de que esas personas tengan en sus perfiles una foto de hace diez años o hayan hinchado sus méritos y experiencia. Ni siquiera hablo de que tengan en realidad unos valores diferentes a los que “venden” en las redes. Hablo de coherencia y de confianza.
Porque al fin y al cabo, lo que realmente importa es cómo somos en la vida. En los momentos duros en los que hay que elegir y tomar decisiones complicadas. Es en esos instantes en los que se demuestra si damos la talla, no si tenemos mil seguidores más o menos, sino si somos fieles a nosotros mismos.
Si fuera de la red somos de verdad. Si nuestros ojos muestran esa seguridad y esas ganas de compartir lo que llevamos dentro.
Hablo de decir una cosa y hacer otra (todos tenemos nuestras contradicciones, es cierto, y a veces, lo que expresamos en nuestros perfiles no son hechos consumados sino desiderátums). Hablo de personas que se comen el mundo en Twitter y luego al afrontar una reunión no saben cómo moverse ni qué decir.
Personas que tienen muchos seguidores y amigos virtuales y que en el plano real no transmiten ese entusiasmo o no son capaces de seducir de la misma forma. Que cuando les conoces, necesitas al menos cinco minutos para reponerte porque te cae el mito a los pies…
Y ni siquiera me refiero a que nos hayan tomado el pelo, ni tan sólo eso, hablo de estar tan sumido en el personaje que ya no nos acordemos de ser personas. Hablo de usar las redes para escondernos cuando no nos atrevemos a salir al mundo, hablo de que el mundo virtual es una gran forma de aportar, darnos a conocer y promocionarnos pero no debemos olvidar que “la batalla final” y la de cada día se libra en el cara a cara.
Eva Collado Durán en su libro “Marca eres tú” dice que “el verdadero éxito de una Marca Personal Profesional 2.0 es acabar dando la mano en el 1.0 que es donde las cosas suceden, se materializan y ocurren”.
Cuántas personas tienen una imagen impecable y al estrechar nuestra mano nos damos cuenta de que flojean o que se nos acercan con aires de superioridad. En ambos casos, la raíz del problema es la misma, inseguridad. Tanto si vamos por la vida escondiéndonos como si vamos pisando, lo que estamos intentando ocultar es una autoestima baja que nos impide ser nosotros mismos y desarrollar nuestro potencial. Por tanto, ni podemos construir una Marca que no sea real ni en este caso, podemos echar el resto en la redes y dejar de lado nuestra forma de movernos en el ámbito real… Porque muchas veces esa “incoherencia” entre lo que mostramos en nuestro perfil de Twitter y nuestra presencia real no se debe a la mentira sino a nuestra falta de confianza, al temor que tenemos de dejar “el armario de las redes” y mostrarnos tal y como somos…
El otro día leía un interesante artículo sobre normas para moverte por las redes sociales y hacer Networking… No hemos inventado nada, la verdad. Siempre digo que no hay nada en el Networking que no hiciera mi abuela hace 30 años, porque es sentido común y además a ella se le daba muy bien y siempre conseguía lo que se proponía. Nadie le contó cómo hacerlo, porque es un juego de relaciones bastante sencillo, en realidad. Es necesario ponerlo negro sobre blanco pero son las normas de siempre para ir por la vida. Entrar, escuchar, aprender de otros, aportar valor, reconocer méritos y agradecer… ¿No es lo que hace alguien cuando se apunta a un club o entidad? ¿No es lo que hacemos en el trabajo si queremos prosperar?
No hay secreto, en realidad, se trata de ser uno mismo y respetar a los demás. Saber estar. No querer tú sólo el protagonismo. Reconocer el trabajo de otros. Aportar nuevas ideas y contenidos…
Cuando queremos conseguir visibilidad a todo costa, es en el fondo como construir un castillo de arena enorme que ya sabemos que no superará la primera marea. Porque incluso cuando nuestros avances son sólidos y fruto del trabajo intenso, a veces, ante la adversidad del día a día ya caemos y tenemos que volvernos a levantar… Imagina si además de los contratiempos habituales con que nos encontramos todos, debemos ir asumiendo que somos un gigante con pies de barro que en un 90 por ciento no es real.
Las redes sociales pueden ayudarte a proyectar tu brillo pero para ello primero tienes que brillar como profesional y como persona.
Claudio Inacio, Blogger y Community manager, nos recomienda tener siempre objetivos claros y no dejarnos llevar por el ego cuando estemos en las redes sociales. Un buen resumen de lo que debemos y no debemos hacer en el mundo virtual es su artículo “45 cosas que no deberías hacer nunca en las redes sociales” A menudo, cuando estamos en un evento nos sentimos fuera de lugar, observados constantemente y sometidos a presión.
Triunfar en la vida real y dejar huella no tiene secreto, las normas para conseguirlo (si es que las hay) son las mismas que en el mundo virtual al que muchos se han acostumbrado.
Escuchar, respetar, aportar y agradecer.
Si en el mundo virtual buscamos una foto que muestre nuestro mejor momento, en el mundo real no sólo tenemos que tener en cuenta qué ropa nos ponemos y cómo nos arreglamos, tendremos que ver cómo movernos.
Buscar nuestra mejor sonrisa y mantener la mirada para dar esa confianza y seguridad que los demás necesitan ver para confiar en nosotros.
Acercarnos a las personas que nos interesan y escuchar. Ir por la vida con el cuerpo “encendido” para mostrar interés. Con la espalda recta, la cabeza levantada y erguida y mostrar nuestra predisposición a aprender y conocer. Usar un lenguaje corporal que invite a otros a hacernos participar de sus inquietudes y proyectos, que todos nuestros gestos evidencien una actitud colaboradora, abierta, entusiasta.
Tenemos que tener en cuenta que las personas que nos observan se van a hacer una idea de cómo somos en unos 7 segundos. En ese corto lapso de tiempo, decidirán si somos de fiar o no. Si somos seguros, amables, inteligentes, divertidos, qué clase social tenemos, si contamos con la suficiente formación, qué actitud le ponemos a la vida y si quieren relacionarse o no con nosotros. Imagina cuánta información con un simple vistazo y una leve aproximación. Parece muy injusto, lo sé, pero nuestra naturaleza es así. Se diseñó hace siglos cuando vivíamos en otras condiciones más adversas y al encontrarnos unos con otros, tal y como hacen los animales, debíamos saber si podíamos fiarnos. En aquellos tiempos si nos fallaba este sistema, el error de apreciación podía suponer la muerte. Y continuamos usándolo hoy en día, no para cazar y sobrevivir, pero sí para saber con quién colaborar y con quién no.
Aunque podemos darle la vuelta a una opinión generada a primera vista, siempre es mejor generar empatía en un primer momento y luego refrendarla con nuestros actos.
Practica la escucha activa, haz que las personas sepan que te importan.
Hemos hablado en otras ocasiones del gran regalo que es la empatía para conectar con los demás. De la necesidad de que nuestro cuerpo muestre que nos interesa lo que dicen y aportan. De escuchar con la mirada y asentir con la cabeza. Concentrarnos en lo que nos cuentan y dejar de pensar qué vamos a contestar para figurar o demostrar que estamos a la altura… La mejor forma de estar a la altura es saber escuchar y prestar atención a los demás. Eso sí que deja una huella impresionante sobre nosotros. Eso hace que las personas con las que nos cruzamos, sepan que nos importan y vean en nosotros un buen aliado y alguien de confianza para sellar pactos y crear nuevos proyectos.
Si en el mundo virtual, seguimos a los que nos aportan y saben más de aquello que queremos aprender, en el mundo real, nos acercamos a nuestros referentes. Intentamos coincidir con ellos y de forma gradual y respetuosa les preguntamos, les pedimos consejo y escuchamos qué tienen que decirnos.
Ni un camaleón ni un pavo real.
La mejor forma de conseguir lo que queremos es estar donde están las personas que lo consiguen. Movernos en el ambiente que hace propicio encontrar aliados y darnos a conocer. Y no hablo de movernos por interés, hablo de acercarse con humildad y ganas de aprender.
Ponerse en un lugar visible pero no hacerlo de forma ostentosa, sino para que sepan que estás y cuenten contigo. No se trata de mimetizarte con el fondo pero tampoco de llamar la atención como si fueras lo más importante del evento.
De nada sirve tener miles de seguidores en la redes si cuando te encuentras con tus contactos de la red te pones en un rincón y no interactúas. Debes acercarte a todos e intentar que sepan quién eres, hablar de tú a tú y quedarte con sus caras y, si no les conocías , con sus nombres.
Participa sin acaparar. No fuerces. Sé la persona que realmente llevas dentro y que consigue lo que tú buscas, no basta sólo con parecerlo y pasarse el día tuiteando como si lo fueras…
Como dice la coach Mercedes Romero, en su último post “Profesionales de marca personal “gaseosa” “ Si quieres construir una marca personal consistente, no sólo debes informar sino también inspirar al que tienes en frente, pero sobre todo, tienes que aportarle valor, porque de nada te va a valer buscar empatizar con el otro cuando el de en frente, no intuye que tú le estás aportando algo diferente, un valor añadido”. Porque al final, es inevitable que el maquillaje se desvanezca y la trampa se haga evidente.
GRACIAS POR LEER ESTE POST.
UN CORDIAL SALUDO.
MERCÈ ROURA
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