Seguro que en este 2015 asistiremos a varios eventos sociales de diversa índole. Cumpleaños, bodas, funerales, cenas y un sinfín de actos y ceremonias, pondrán en evidencia la necesidad de conocer lo que se denomina el protocolo social.
Debemos recordar que los humanos, como muchas otras especies, somos animales sociales, que necesitan de los demás para desarrollarse tanto personal como profesionalmente. Por ello, será en estos eventos sociales, o lo que coloquialmente se venían llamando eventos especiales, donde se pondrá en práctica el comportamiento entre individuos, que dará lugar al llamado protocolo social, es decir, las pautas o procedimientos que se llevan a cabo en las relaciones interpersonales con aquellos con los que compartimos comunidad.
Protocolo social en muchas ocasiones, suele confundirse con buenas o malas maneras, con educación e incluso con respeto, cuando realmente podemos decir que abarca todos estos términos para llevarse a cabo.
El protocolo social no solo necesita del respeto hacia los demás sino que ayuda a demostrarlo. La educación recibida y la herencia cultural de cada uno también formarán parte de estas pautas que normalmente son tradiciones que pasan de generación en generación.
El actuar de una determinada manera u otra, el decir unas determinadas palabras a los anfitriones del evento o a quien ha perdido a alguien allegado, la vestimenta que se utiliza para cada ocasión, incluso si dar dos besos, la mano o esperar que la otra persona tome la iniciativa a la hora de saludar son aspectos que se consideran dentro del protocolo social, normas constituidas socialmente con el tiempo y la tradición de cada comunidad. No están escritas, pero todos los que conforman ese grupo social las conocen.
Muchos consideran que se actúa de mejor o peor manera si se realiza una cosa en vez de otra, cuando realmente es cada uno quien alberga un protocolo social personalizado, creado con el tiempo, asimilado desde la infancia y visto en todas las ceremonias y eventos a los que ha asistido a lo largo de su vida, unido a su carácter y a su forma de ser.
Por ello, el protocolo social, en mi opinión, llega a estar sobrevalorado en multitud de ocasiones, en las cuales, por intentar hacerlo entorno a lo que expertos consideran el protocolo social correcto, se pierde naturalidad y se consigue el efecto contrario.
Cada persona tiene su propio protocolo social, basado en unas pautas asimiladas como correctas en su comunidad, donde el sentido común tendrá la última palabra, junto con el respeto y la educación.
Busquemos nuestro propio protocolo social.
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Mar Castro
5 marzo, 2015 de 09:23Adoro el protocolo social, y a él llevo dedicando una parte importante de los últimos once años de mi vida, en forma de docente, autora y consultora.
El protocolo social se asienta en el respeto, la sencillez, la prudencia, la cortesía, la tolerancia, la amabilidad, la humildad, la naturalidad y el sentido del humor.
Cada situación concreta, con sus protagonistas, objetivos y circunstancias, motivarán nuestra actuación. Abogo por un protocolo social flexible, reflexivo, sensato y maduro.
Como aseguró Bryan White: “En realidad nunca crecemos. Sólo aprendemos a comportarnos en público”.
Un afectuoso saludo 🙂