Mi amigo Paco es de esos a los que les encanta aconsejarnos a los demás lo que tenemos que hacer. Ante la mínima oportunidad ya te está diciendo cómo tienes que comportarte y vivir. ¡No te gastes el dinero en esto, sino en esto otro! Así podríamos resumir su actitud.
Es un buen amigo, pero algo pesado. Te dice hasta qué marca de tabaco tienes que fumar, aunque no fumes. No importa, el caso es aconsejarte. Se ve que no ha aprendido la diferencia entre dar un consejo y dar una opinión. Y mira que se lo he explicado veces, pero nada, sigue en sus trece.
Yo nunca doy consejos, excepto a mis hijos que, dicho sea de paso, no me hacen ni puñetero caso. Generalmente doy opiniones, pero solo si me las piden.
Lo cierto es que por mi trabajo hay muchos emprendedores que me llaman para que nos veamos y contarme su plan de negocio para que yo les diga si van a tener éxito o no. ¡Como si yo fuese Dios o su mano derecha y lo supiese todo!
Por supuesto, me reúno con ellos porque todo el mundo tiene derecho a que le escuchen. Y yo escucho, pacientemente. Procuro interrumpirles durante su intervención para que me aclaren dudas o amplíen algún dato. Despliego todos mis conocimientos para generar un buen ambiente y escucha activa, los mismos que enseño en mis cursos y los que trato de enseñar a mis hijos, en este último caso sin el éxito que a mí me gustaría.
Y al final les doy mi opinión, nunca consejo. Se la doy porque previamente me la han pedido, y soy sincero.
La diferencia entre opinión y consejo está en que una opinión es simplemente decir lo que yo pienso, reconociendo que puedo estar equivocado o que quizá no sea lo más adecuado para la persona con la que estoy hablando. Pero es mi opinión. Les digo lo que pienso y lo que yo haría, pero nunca les digo lo que ellos deberían hacer. Al fin y al cabo yo no me juego los cuartos, y ellos sí.
El consejo es algo mucho más serio. Es decirle a la otra persona lo que debería hacer, cómo debería comportarse y casi obligarle a ello. Deberías dejar de fumar, deberías comer este tipo de alimentos o deberías…
Pero ¿quién soy yo para decirte a ti lo que tienes que hacer?
Qué, ¿nos aplicamos el cuento?
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Esta entrada es solo un pequeño complemento de las anteriores y de las que vendrán más adelante. Un cambio para pasar de persona a personalidad o una campaña de comunicación no es una acción aislada sino un conjunto de estrategias que nos llevan a un mismo fin: lograr visibilidad y magnetismo personal.
MUCHAS GRACIAS POR LEER ESTE POST.
¡ESPERO TUS COMENTARIOS!
UN SALUDO.
JUANMA ROMERO.
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