Generalmente las personas que llevan gafas de ver son percibidas como más inteligentes, cultas, etc. De ahí que, en el mundo de la política, las gafas se consideren una auténtica declaración de poder.
Si el político escoge correctamente las gafas, éstas le pueden ayudar a proyectar importantes cualidades como poder, autoridad, personalidad… El problema viene cuando la elección de las gafas no es la adecuada.
Aunque parezca una obviedad, el primer requisito que deben cumplir las gafas es que resulten favorecedoras. Sin embargo, tanto dentro como fuera de la política, vemos a mucha gente que luce gafas que no se adaptan en absoluto a sus características físicas. La clave para que unas gafas favorezcan es que la forma de las mismas sea contraria a la forma del rostro. En segundo lugar, tienen que reunir una serie de características estéticas propias del ámbito de la política, donde transmitir profesionalidad y seriedad es clave.
Como ocurre con las prendas de vestir y con todo tipo de complementos, las gafas son un elemento no verbal que transmiten mucha información y mensajes acerca de quien las lleva. A pesar de ello, sorprende ver como muchos políticos tiran por tierra su imagen por una mala elección de este complemento.
En la imagen personal, cada pequeño detalle importa. Es más, son los pequeños detalles los que elevan un estilismo o los que lo destruyen.
Los políticos deberían cuidar al detalle todos los elementos de su imagen.
En Septiembre de 2013 generaron mucho debate las gafas que lució Ignacio González (Presidente de la Comunidad de Madrid) durante el debate del estado de la región. Si haces una vista rápida de la fotografía que representa aquel momento, verás como sus gafas captan absolutamente tu atención. La elección de un color tan poco discreto y serio como el amarillo flúor y la excesiva anchura de sus patillas, hace que estas gafas sean todo, menos propias del ámbito de la política. ¿Esta es la imagen que debe proyectar un político? Desde luego en mi opinión, no.
Cabría analizar si el objetivo del político es desviar la atención para que no se ponga mucho interés a lo que está diciendo. En este caso puede resultar una buena estrategia de comunicación hacer de algún elemento, como las gafas, un captador de imagen que haga que no puedas dejar de mirarlas y por tanto, no prestes atención a sus palabras. Aún así, en la política siempre preferiré un buen discurso como captador de imagen que no unas gafas.
Por supuesto la política no ha de estar reñida con el estilo. Pero hay una línea que los políticos nunca deben cruzar y es la que separa un elemento estiloso dentro de una seriedad y un elemento completamente fuera de lugar.
Una mala elección de las gafas, hace que los políticos pierdan esta poderosa herramienta de comunicación personal y por tanto su poder de influencia se vea mermado.
Si te gustan nuestras publicaciones, suscríbete para ser el primer@ en enterarte de todas las noticias, entrevistas, artículos, consejos… publicados en PRUEBATE MAGAZINE.
¡Suscríbete gratuitamente a nuestro boletín!.
En el momento en el que te suscribas recibirás de regalo, a través de tu correo electrónico, el vídeo tutorial: “El saludo: el arte de dar la mano”, por Marina Fernández Estacio.
Más información.