La clase política española se encuentra ante su mayor crisis desde que comenzó la democracia, provocada por el aumento de la corrupción y el egoísmo como prácticas intolerables que caracterizan a unos pocos, lo que a su vez, conlleva desconfianza y desafección social hacia ellos y que los procesos electorales sean cuanto menos revolucionarios en cuanto a sus resultados.
Es en este nefasto contexto, donde la regeneración democrática surge como una pequeña luz en la oscuridad, abanderada por caras nuevas con mucho por decir, demostrar y luchar. Una de las misiones de estos líderes del siglo XXI, se basará en denotar una imagen de cambio, que colabore en la generación de reputación positiva hacia las siglas que representa, porque no nos engañemos, la política necesita de sus actores para ser reconocible, para empatizar con la sociedad y así obtener sus votos.
Por ello, la imagen de un político, cuantos más impactos en los medios offline y online y en la sociedad a la que quiere persuadir contemple, mayor será su popularidad y podrá trabajar las estrategias que reinarán a medio largo plazo.
Será en la búsqueda de nuevos argumentos y rostros donde las fotografías aportarán una imagen que puede colaborar en las áreas de persuasión que la comunicación política conlleva en sus manifiestos, junto con la difícil tarea de conseguir movilizar a la población.
Pongamos un ejemplo, si esas fotografías muestran la regeneración democrática de un partido histórico en España como es el socialista de la mano de unas primarias que proyectan la importancia de la transparencia y posteriormente con un cambio en su líder, ayuda a crear reputación y a asimilar un tiempo nuevo, identificándolo con el color rojo que tradicionalmente les caracteriza.
Pero en esta fiebre por salir en los medios demostrando que apuestan por los cambios, también se cometen errores que deberían haber sido controlados con anterioridad y que tiran por tierra parte del trabajo ya realizado.
Una fotografía como esta muestra la implicación en el cambio del nuevo cabeza socialista, unido a su cara de reflexión y al ritmo de vida que actualmente lleva. Pero en esta foto, hay un pequeño detalle que arruina su mensaje y que en casos similares anteriores, produjeron gran controversia y debate: el cinturón de seguridad.
No se puede permitir viralizar una fotografía en la que se está incumpliendo la ley, ya que, la percepción final será negativa. Falla la coherencia y si este principio no existe, todo el pilar de la imagen se derrumba.
En definitiva, por encima de transmitir una buena imagen, se encuentra la ley. Intentemos demostrar coherencia y respeto y la ciudadanía, lo percibirá.
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