Si entendemos la felicidad como un estado vital, innato a nuestro ser y no como un ocasional estado de ánimo, podemos determinar cuáles son las características psicológicas de la “persona feliz”, y descubrir, a través de la grafología, cuáles son los rasgos de escritura que desvelan este estado de felicidad:
Felicidad es optimismo:
“La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante” (Antonio Gala).
Las personas que saben observar la vida desde una mirada positiva, que gozan de sentido del humor, son abiertas, expansivas, y son capaces de relativizar los sucesos problemáticos y de encontrar valor en las pequeñas cosas; miran de frente al futuro, y actúan, no se quedan estancadas ni se achantan ante situaciones adversas sino que las aprovechan como trampolín para el cambio.
Este estado de ánimo se refleja en una escritura ágil, con los renglones ligeramente ascendentes, con predominio de curvas y rasgos flexibles, y con tendencia proyectiva a la derecha.
Felicidad es serenidad emocional:
“La felicidad sobreviene cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces está en armonía” (Mohandas K. Gandhi).
La estabilidad y serenidad emocional se reflejan en una escritura personalizada y curva, regular y plena de armonía, con trazo limpio y coherente y con firma y rúbrica sencillas.
Felicidad es creatividad:
“La felicidad se apoya en dos pilares fundamentales: tomar la vida como un juego y prodigar amor a los demás” (Robert Baden-Powell).
Las personas creativas y geniales son capaces de ver en la nada un universo, de hacer de la vida un juego y de disfrutar al máximo del más insignificante momento, de sacar su varita mágica ante la adversidad para hacerse resurgir de sus propias cenizas con una lección aprendida.
La creatividad destaca en una escritura con rasgos originales, que se aparten de la regla caligráfica, irregular, dinámica y espontánea.
Felicidad es autoestima:
“Nadie puede ser feliz si no se aprecia a sí mismo” (Rousseau).
El tener un buen autoconcepto, seguridad en uno mismo y confianza en los propios valores y decisiones provoca que nuestros pasos en la vida pisen terreno más firme.
La autoestima sana implica vivir la vida propia sin comparaciones y sin dependencias, implica aceptación y también implica fortaleza interior. Esto se revela en una escritura personalizada, de tamaño normal y sin sobresaltos, con las mayúsculas proporcionadas y que se muestre igual en texto y firma.
La rúbrica sencilla es siempre muy importante.
Felicidad es autorrealización:
“La felicidad consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar, y alguna cosa que esperar” (Thomas Chalmers).
Autorrealización es autonomía, libertad, confianza en uno mismo y capacidad para autogestionar los propios recursos personales y una disposición a proyectarlos e impulsarlos hacia las metas soñadas.
Las personas que se autoproyectan escriben ligando las letras entre sí dentro de la palabra, e inclinando éstas hacia la derecha con agilidad, espontaneidad, expansión y gestos progresivos, que avanzan y se entregan hacia el margen derecho.
¿Qué es la Felicidad?
Los filósofos de la antigua Grecia ya se retorcían el cerebro tratando de responder a esta cuestión. Cuentan que Alejandro Magno, admirado por la fama del filósofo Diógenes, se acercó un día a conocerlo; lo encontró durmiendo al sol plácidamente:
-“Yo soy Alejandro, el Grande”-
– “Y yo Diógenes, el cínico”-
– “Te permito que me pidas cualquier cosa que desees”-
– “¿Cualquier cosa? Pues entonces ¿podrías apartarte para no quitarme la luz del sol? Es la única cosa que necesito”-
Entonces, Alejandro Magno se marchó murmurando para sí: “Si no fuera Alejandro hubiera querido ser Diógenes”.
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Sandra
5 junio, 2014 de 08:09En la escritura se ve todo. El estado de ánimo es uno de los aspectos más coyunturales del escrito, ya que puede cambiar, como bien dices, incluso en cuestión de horas. Para medirlo es recomendable realizar estudios evolutivos de la escritura, con varios manuscritos de la misma persona, en distintos momentos.
Estados límite, como la depresión o la euforia, son fácilmente dectectables en una escritura. Un saludo
Paco Castaño
4 junio, 2014 de 06:39Qué interesante lo que dices, Sandra. Entonces estamos “desnudos” ante quien sepa leer nuestra escritura.
Otra pregunta. Estado de ánimo que puedan cambiar en el corto plazo (días o semanas), ¿también se notan en la escritura?
Gracias de nuevo.
Paco
Sandra
3 junio, 2014 de 09:32Gracias por tu comentario, Paco! Todo lo que comentas influye a la hora de escribir, pero es imposible que modifiquemos nuestra escritura de forma consciente, por mucho que lo intentemos. La interpretación grafológica parte siempre de unas premisas previas como son la edad, el modelo caligráfico de cada periodo histórico, si la persona es zurda o diestra, si está afectada por alguna enfermedad, etc. Pero lo que es el dinamismo y la forma del movimiento escrito es un gesto personalísimo e único, que ni se puede imitar, ni se puede modificar conscientemente por mucho que lo intentemos. Ahí está la realidad de por qué la grafología es eficaz y una prueba válida: ¿Por qué ninguna escritura es igual a otra si partimos de un mismo modelo caligráfico escolar?
Un abrazo
Paco Castaño
2 junio, 2014 de 06:53Hola Sandra,
Traigo aquí un comentario que había dejado en otro sitio, siguiendo el siempre buen consejo de Marina.
Enhorabuena por el artículo.
La verdad es que la escritura, como otras muchas cosas reflejan cómo somos al ser una forma de presentarnos ante los demás.
Y como muchas de ellas, tiene una parte que se puede aprender a modificar para que nos muestra de la forma que más nos interesa y otra que refleja cómo somos por “dentro” y que por ello es más difícil de adaptar.
Las prisas, el uso del ordenador (lo que equivale a no escribir a mano tanto) y otros usos modernos también afectan a nuestra grafía y por lo tanto a lo que dice de nosotros.
¿Y qué decir del instrumento de escritura (lápiz, portaminas, bolígrafo o pluma…)? ¿Y del color de la tinta…?
Paco
Sandra
31 mayo, 2014 de 14:55¡Gracias, Isa! El estudio grafológico es, sin duda, el estudio y reflejo más global que pueda hacerse de nuestra personalidad. Saludos desde Madrid
Sandra
31 mayo, 2014 de 14:53Hola, Mónica! Gracias por tu comentario. Nuestra escritura y nuestra firman van cambiando, en las distintas etapas de la vida, a medida que vamos madurando y cambian nuestro carácter, nuestros estados de ánimo y nuestras emociones. Aunque la firma se mantenga igual por cuestiones de identidad, siempre hay rasgos, tanto en la firma como en la rúbrica, que se van a cambiar inconscientemente. De hecho, cuando realizamos la firma, nunca lo hacemos igual, aunque nos basemos en un modelo.
Un saludo
Marina
31 mayo, 2014 de 10:16Estimada Mónica,
Sandra estará encantada de responder a tu pregunta. Un saludo desde PRUEBATE MAGAZINE y muchas gracias por tu comentario.
Marina
31 mayo, 2014 de 10:15Estimada Isabel, muchas gracias por tu comentario. Los artículos de Sandra Cerro sin duda van a aportar un gran valor a PRUEBATE MAGAZINE. Saludos desde España.
Monica
30 mayo, 2014 de 23:09Tengo dudas con el tema de la firma o rúbrica, ya que es algo que aprendemos en la juventud y la mantenemos en el tiempo. Como ello podría determinar cuán feliz se es en las distintas etapas de la vida?
Una no la cambia porque tendría varias implicancias legales por nombrar una
Isa Castillo
30 mayo, 2014 de 14:05Muchas gracias por tus aportaciones es muy interesante analizar como la grafología se refleja en un todo.
Saludos desde México