La transmisión de mensajes dentro de la sociedad en la que vivimos se encuentra en pleno proceso de cambio, y es que los vínculos que se establecen dentro de ella, comienzan a interconectar varios aspectos claves como son las tradiciones y las costumbres.
Es en esa transformación donde la globalización toma mayor protagonismo y donde las relaciones entre personas de diferentes comunidades y culturas dan lugar a una nueva forma de comunicarse en la que la educación y los valores se convierten en imprescindibles.
Hablar de multiculturalidad es diferente a hacerlo de interculturalidad, y es este segundo el culpable de que sea necesario conocer, a la hora de conversar, negociar, vender, comprar o coordinar equipos, por decir algunos, una serie de características propias de cada civilización con el fin de entender comportamientos y generar un ambiente propicio de relaciones a partir del conocimiento y la tolerancia.
Para empresas con proyección a instalar sedes en diversos países, siempre será aconsejable que conozcan aparte de algunas nociones del lenguaje que se hable, algunos gestos, pautas relacionales y profesionales y tradiciones que hacen a cada grupo exclusivo. Esas normas que llevan a cabo forman parte de su propia comunicación y dentro de ésta, de la etiqueta protocolaria, es decir, el cómo vestimos y el cómo nos comportamos en cada situación y con los grupos con los que interaccionamos. La etiqueta que tendrá influencia directa en nuestra imagen y que ayuda a posicionar nuestra reputación entre las personas con las que nos relacionamos.
En la misma línea, la globalización ha dado pie a muchos debates acerca de la necesidad o no de crear una sola cultura global, internacional con la que todos nos identifiquemos, y que en mi caso particularmente, estoy en contra. Una cosa es aceptar una serie de gestos a nivel profesional con significado internacional y otra cosa es hacer desaparecer la riqueza cultural que poseemos y que nos da identidad, aunque podamos aglutinar pautas generales por regiones, cada comunidad tiene elementos propios que no hacen más que potenciar la diversidad.
No hay una segunda oportunidad para causar una primera impresión es una frase popular cierta, al igual que donde fueres, haz lo que vieres. Por lo que si conocemos de primera mano algún hábito o peculiaridad a la que poder unirse siempre será positivo a la hora de comprender actuaciones y conductas. Por tanto, es indispensable tener nociones de etiqueta tanto de la cultura propia como de las que nos relacionamos, ya que aportan imagen, respeto, conocimiento y facilitan la convivencia y el desarrollo de las comunidades y la propia sociedad internacional.
Debido a su importancia, vamos a realizar una serie de artículos en este sentido donde demos a conocer algunos fundamentos de diferentes culturas que consideramos oportunos y que pueden ayudarnos en nuestra vinculación personal o profesional con personas que se consideran pertenecientes a otras culturas.
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DIANA RUBIO
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