Fundación Voces. Cómo erradicar la pobreza a través del Arte y la Cultura.
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– ¿Quién es Juan Merín?
Soy una persona normal, feliz de poder dedicarle el tiempo a lo que más me gusta, feliz de sentir que de alguna manera lo que puedo aportar al mundo lo trato de aportar para que sea cada vez mejor y contento de tener buenos amigos, de tener una familia que me aprecia, me apoya y que comparte mis ideas.
En definitiva soy una persona sencilla.
– ¿Qué es la Fundación Voces?La Fundación Voces pretende erradicar la pobreza y la exclusión social tomando como eje vertebrador la cultura y la creatividad.
La cultura, además de ser la manifestación humana más importante que podemos encontrar, es un derecho. La gente que disfruta de la cultura, que produce cultura, que participa de la cultura, se siente más partícipe de su sociedad, con más capacidad de reivindicar sus derechos y con más capacidad de ejercer su ciudadanía por una parte, y por otra parte, estamos yendo hacia sociedades donde la cultura también es un factor importante a la hora de generar empleo.
Dar oportunidades a la gente en situación de riesgo social para que pueda encontrar su espacio en esos ámbitos, nos parece que es una cosa importante que nosotros debemos hacer desde la fundación.
– Una idea que aparece en vuestra web y que me gusta mucho es “la cultura es un derecho. Cada habitante no sólo tiene derecho a acceder a la cultura, sino a participar en ella”. ¿En qué momento de tu vida surge la idea de crear la Fundación Voces?Tuve la suerte de trabajar mucho tiempo en Unicef y de estar muy cercano a un proyecto que se llamaba “Embajadores de Unicef” que era gente del mundo de la cultura y del deporte, gente con mucha prescripción social, que participaba de la emisión de Unicef y se convertía en portavoz de ello.
Ahí me di cuenta de la fuerza que tenían a la hora de crear modelos sociales deseables, a la hora de generar oportunidades de enriquecer la sociedad desde puntos de vista interesantes. Luego me fui a trabajar a una empresa de gestión cultural y ahí es donde definitivamente vi que ese binomio entre la capacidad que los artistas tienen de generar proyección social y la capacidad que tienen de crear obras solidarias, era lo que me impulsó a crear la sociedad con unos colegas, claro.
– ¿Cómo se reflejan en la realidad los proyectos que lleváis a cabo?Se refleja mucho porque al final no deja de ser una vía para que la persona sienta mayor autoestima, mayor capacidad de controlar su vida, mayor capacidad creativamente de poner el foco en aquello que más les interesa y por ello creo que contribuimos bastante.
Desde la humildad, desde ser una organización pequeña, podemos contar ejemplos de chavales que gracias a la cultura ahora están trabajando en hoteles y están ganando dinero, chavales que han sido becados en Francia y están teniendo la oportunidad de desarrollarse audiovisualmente, etc.
Con mucha humildad, creo que estamos haciendo cosas que son muy significativas para ellos.
– ¿Qué perfil de proyectos realizáis?Tenemos tres perfiles de proyectos.
Uno que trata de sensibilizar, de generar una sociedad más comprometida con esa idea, más solidaria y de alguna forma más responsable con el presente y con el futuro de las generaciones que vienen.
Por otra parte, trabajamos para fortalecer industrias culturales fundamentalmente en los países del Tercer Mundo.
Luego trabajamos, desde la cultura, para ayudar a jóvenes en situación de vulnerabilidad social. Tenemos un proyecto que es utilizar la cultura, la música, el teatro, para trabajar con niños que están sufriendo estrés post traumático. Niños que después de una catástrofe natural o una guerra se sienten desamparados y que gracias a poder pintar o cantar, pueden expresar todo eso y recuperar un poco su vitalidad y seguir construyendo una sociedad mejor.
– ¿En qué países realizáis proyectos?Estamos trabajando mucho en Mali, llevamos cinco años y ahí tenemos dos proyectos muy interesantes.
Estamos trabajando en Marruecos con jóvenes que tienen poco futuro y que lamentablemente si no encuentran una oportunidad de desarrollo en su lugar, serán carne de patera.
También hemos trabajado mucho en Argentina. Esos serían los tres países de referencia.
Trabajamos mucho en Haití en un momento determinado, pero las circunstancias allí son difíciles, la financiación ha bajado considerablemente y ya no tenemos tantas oportunidades. Pero nuestra asignatura pendiente es volver a Haití.
– ¿Cómo os recibe la gente cuando llegáis a una determinada región para llevar a cabo un proyecto?La cultura tiene un elemento muy interesante y es que te conecta inmediatamente con la otra persona desde lo emocional.
Si tú vas a poner pozos o a poner vacunas, al final la autoridad que tú tienes te puede poner en una situación de superioridad y como no seas capaz de controlar eso te van a ver como “qué viene el hombre blanco aquí a contarme cuando lo que tendría que hacer es resolver los problemas desde otro punto de vista”.
Pero cuando empiezas a tocar un cajón flamenco, empieza a haber una conexión ahí que inmediatamente te conecta con lo más esencial de la persona. A partir de ahí se genera un diálogo que te permite construir cualquier discurso.
– ¿Alguna vez os habéis encontrado con algún gobierno que os haya querido poner freno?No. Nosotros hemos encontrado en sentido positivo una oportunidad cuando en el año 2012 hubo un golpe de estado en Mali y muchísimos artistas malienses se juntaron reivindicando la paz y reclamando a su gobierno que no batallara y no entrase en guerra, sino que construyera una sociedad pacífica.
No hemos encontrado nunca ninguna resistencia, más bien todo lo contrario.
Sí. Mira muchos niños mueren todos los días en Mali por enfermedades diarreicas y te podrían decir ¿por qué no traes, en vez de cultura, sales de rehidratación oral? Bueno, a mí me parece que es una pregunta bastante lógica. Pero en el fondo para mí es cómo lo de ¿a quién quieres más, a mamá o a papá?
Nosotros estamos aportando el alimento del alma que te permite ser una persona capaz de reivindicar que tú necesitas tus sales y tu dignidad.
En los países del Tercer Mundo, la cultura es mucho más a flor de piel, mucho más comunitaria con muchos menos elementos accesorios. Allí las mujeres se juntan bajo un mango y empiezan a cantar. Aquí quizá hemos perdido esa capacidad de conectarnos y de espontaneidad.
Aquí oímos la música a través del iPod, vamos a conciertos… pero nadie se pone de repente por las noches a cantar o a bailar. Esa espontaneidad se ha perdido.
– ¿Cómo os aseguráis de que allá donde lleváis a cabo un proyecto, tenga continuidad en el futuro, que esa semilla que habéis plantado, vaya a dar fruto también en el futuro? ¿Hacéis algún tipo de seguimiento?Eso es clave. Nosotros no empezamos ningún proyecto que no sepamos que podemos darle cierta sostenibilidad en el tiempo y que no sepamos que vamos a poder evaluar el impacto que estamos generando. Si no, es hacer por hacer.
Los recursos son muy limitados, tenemos que saber medir el impacto que generemos para aprender de lo que estamos haciendo mal, para corregirlo y para enfatizar en aquello que se hace bien.
– Contáis con la colaboración de numerosos artistas nacionales (actores, cantantes,…). ¿En qué medida os ayuda contar con gente conocida frente a gente anónima?Son importantes todas. Las personas anónimas tienen mucho que hacer y si uno no cambia no va a cambiar la sociedad. Pero es cierto que las personas que han tenido esa proyección mediática y reconocimiento social tienen mucha fuerza para convencer a otras personas de que reflexionen por lo menos.
Contar con unos y con otros es importante. Nosotros tenemos que evitar que se nos perciba, porque no lo somos, como una organización elitista que sólo estamos con gente famosa. No queremos ser la ONG de los famosos, queremos ser la ONG donde todo el mundo cabe, pero en la que también caben los famosos y tienen un papel que cumplir.
– ¿El colectivo de los famosos reacciona bien ante vuestras propuestas o sólo accede a ellas un grupo minoritario?Llevamos trabajando con más de 120 artistas en el tiempo que llevamos. No hemos tenido ninguna dificultad con ninguno. Es verdad que a veces te dicen que no les viene bien ahora por falta de tiempo o que les coincide con la promoción de una película, o están de gira de conciertos,… pero cuando nos hemos acercado a ellos y les hemos contado bien lo que queremos, siempre hemos tenido una relación super amable, cordial y calurosa.
– ¿Cómo puede colaborar con la fundación la gente anónima que nos esté viendo?La mejor colaboración que se puede hacer es que compartas tus principios y que los apliques en tu vida. Creo que todos podemos ser creativos para un mundo mejor, todos podemos hacer que los demás disfruten de la cultura. De alguna forma ser ciudadanos comprometidos es lo que realmente haría que Voces dejara de tener sentido porque hemos conseguido nuestra misión.
También estaría bien que la gente se pudiese hacer socio de la Fundación Voces a través del boletín que hay en la página web (www.voces.org.es) y puedes hacer una donación regular de lo que creas conveniente.
O puedes tener Twitter o Facebook y compartir lo que estamos haciendo. Es decir, amplificar nuestro mensaje pegando una voz.
– Para que la Fundación Voces pueda llevar a cabo su trabajo, ¿con qué tipo de financiación contáis? ¿El Estado os apoya?Tenemos financiación pública que viene del estado central, del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, de la Agencia Española de Cooperación Internacional, de algunos ayuntamientos, pero lamentablemente esa financiación ha ido decreciendo no sólo para nosotros sino para el resto de entidades sociales, desde 2010, con lo cual nos encontramos con el reto de encontrar otras fuentes de financiación que hagan sostenible nuestro proyecto.
Cada vez tenemos más apoyo de las marcas y de empresas por una cuestión de responsabilidad social corporativa. También hacemos eventos y a través de los socios, donantes.
– ¿Se sufre mucho al frente de una fundación que trabaja con gente en situaciones tan límite?Sí es duro.
Mira, nosotros ayudamos mucho a un chaval maliense padre de una niña recién nacida, que murió en el avión que se estrelló recientemente en Mali. Entonces te das cuenta de todo lo que queda alrededor, de un chaval que se lo estaba intentando labrar desde la cultura y desde lo audiovisual. Eso te genera una congoja increíble.
Los chicos que estábamos ayudando en Haití. Después del terremoto hubo mucha gente que con buena intención montó pequeños centros de atención a la infancia porque había muchísimos niños desamparados. Dentro de esa cantidad de centros, muchos no eran tan bien intencionados como pensábamos. Algunos se utilizaban para traficar con niños y con órganos. A nosotros nos vendían a una niña por 500€.
Cuando te das cuenta de que te has quedado sin recursos para seguir ayudando a esos chavales, se te encoje un poco el corazón.
Pero eso te encorajina más para salir adelante.
– ¿Cuál ha sido tu mejor momento, el más emotivo, en la Fundación Voces?Hay muchos, pero el primero que me viene a la mente…. Montamos un concierto en Bamako con un grupo español y un grupo de chicos de Mali, en el Liceo Francés.
Fue la primera vez que se llenó de gente del mercado, de gente que nunca había ido a un concierto y salió de su puesto para ir al concierto.
Cada vez que vamos a ese mercado se acuerdan de nosotros.
– ¿El momento más doloroso?Lo más duro ha sido tener que dejar de trabajar en Haití por falta de recursos, porque te das cuenta de que es cuestión de vida o muerta. Esos niños si no están bien atendidos puede ser que acaben en República Dominicana en cualquier sitio porque les han extirpado los riñones porque un europeo o norteamericano ha pagado 500€ por ello.
La escuela que estamos construyendo en Mali, que nos ha costado muchísimo sacar adelante y que ahí nos ayuda mucho Ana Torroja.
Tenemos a 200 chicos que van a la escuela regularmente y que les estamos ayudando mucho desde la música, desde el teatro… Estamos muy contentos con este proyecto.
– Juan, vamos a permitirnos soñar ¿cuál es tu proyecto soñado que aún no has podido realizar en la Fundación Voces?El proyecto que te comentaba antes de estrés post traumático, de trabajar desde la cultura para evitarlo. Me encantaría poderlo realizar.
Tener como una especie de “bomberos sin fronteras” pero con artistas que cuando hay una catástrofe llegan ahí con sus guitarras, con sus caretas de payaso, con su capacidad de animar a los chavales para que no se sientan culpables, porque muchas veces los niños se sienten culpables de un terremoto o de una guerra y se quedan tan fulminados emocionalmente que tienen pesadillas, dejan de comer,…
Juan, ojalá se cumpla tu sueño, porque la gente buena se merece cosas buenas, a veces es sólo cuestión de tiempo.
Y de hacer las cosas bien.
Por supuesto. Ha sido un placer enorme tenerte en PRUEBATE MAGAZINE.
Gracias.
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