Las variaciones en el volumen de la voz (fuerte, flojo) guardan una estrecha relación con la distancia personal que el hablante quiere mantener con su oyente, con independencia de la distancia física real.
Un volumen elevado marca un territorio personal más amplio que un volumen bajo, aunque la distancia entre los oyentes no se haya modificado.
Piensa en un alto mando del ejército dirigiéndose a un soldado, aunque sus cabezas estén casi pegadas, el volumen de la voz hará que lo que podría considerarse, bajo un punto de vista físico, un espacio íntimo, no lo sea en absoluto, ya que la voz potente y elevada estará estableciendo una gran distancia entre ambos.
Lo mismo nos ocurre cuando en un ascensor coincidimos con desconocidos. Habitualmente intentaremos solventar la incomodidad de tenerlos tan cerca, utilizando un volumen de voz superior al que el espacio podría requerir.
De igual modo, una voz de volumen bajo reduce la distancia aún cuando los cuerpos no se aproximen.
El volumen de la voz puede pues ayudarnos a lograr mayor o menor cercanía con nuestro interlocutor.
¿Te animas a comprobarlo?
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CARMEN ACOSTA
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