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COMUNICAR Y GESTIONAR EMOCIONES

mayo 16, 2017 11:10 am by: Categoría: Hablar en público Deja un comentario A+ / A-

Inteligencia emocional

Comunicamos lo que sentimos.

Siempre comunicamos lo que sentimos. Si nos enfrentamos a una sala llena de personas que esperan nuestro discurso y nos sentimos tristes, transmitimos tristeza. Si tenemos miedo, demostramos miedo. Si, por el contrario, estamos felices, contagiamos esa felicidad…

Es cierto, entre uno y otro, mejor escoger la felicidad, pero siempre que estemos seguros de que no es la felicidad la que nos escoge a nosotros. Lo importante es gestionar ese estado de ánimo, esa emoción que sentimos, para transformarla.

Cuántas veces, vemos algunos oradores que llegan al escenario de tan buen humor que se dejan llevar «demasiado» por sus emociones y pierden el hilo… Y los que se sienten cuestionados por su audiencia (nunca es la audiencia, siempre somos nosotros mismos quiénes nos cuestionamos y juzgamos) y entran en la sala a la defensiva. ¡Es terrible cuando tienes delante unas doscientas personas y tienes la sensación de que todas te odian o están esperando a que te equivoques para reírse de ti! Sobre todo, porque eso sólo pasa en tu interior y ellas ni siquiera se lo imaginan. No podemos, por tanto, estar a expensas de nuestro estado emocional, porque eso sería como pretender que únicamente salimos de casa cuando luce el sol y nunca cuando llueve. Somos nosotros quienes decidimos y llevamos el timón. Nosotros somos quienes administramos emociones.

Comunicar es gestionar emociones.

Y al hablar en público, si no las administramos, se nota. Ni los asistentes tienen porqué compartir tu alegría desbordante ni han venido a atormentarte ni decirte lo mal orador que eres. El único que siente ese caos interior eres tú y de ti depende que se contagie o no.

El caso es que, si no gestionas ese caos y encuentras el equilibrio, se acabará transmitiendo a las personas que te escuchan y te miran. Si no gestionas tus emociones, tu lenguaje no verbal y paraverbal mostrarán tu incomodidad y todo tu público tendrá claro que algo no funciona.

Si no gestionas tu estado de ánimo cuando comunicas, no puedes reconocer y gestionar la respuesta de tu público.

No se trata nunca de fingir, se trata de encontrar en ti esa emoción que te permite aparcar todo lo que pasa en tu mundo exterior y decidir que eres tú quién lleva las riendas de tu vida. En el fondo, no es muy diferente de lo que hacemos cuando hemos discutido en casa a primera hora de la mañana y llegamos a la oficina y somos educados dando los buenos días a nuestros compañeros. No es necesario estallar de júbilo, pero tenemos que contextualizar dónde estamos y entender que ellos no son responsables de nuestra vida y tienen por qué pagar los platos rotos. Este ejercicio al que ahora llamamos gestión de emociones, lo que nuestras abuelas llamarían »madurez» es exactamente el mismo que debemos hacer antes de hablar en público siempre.

Aislarnos un momento, encontrar nuestro tono, recordar quiénes somos y por qué estamos donde estamos y qué queremos conseguir. Respirar hondo y volver a nuestro centro, nuestro equilibrio, a ese espacio imperturbable en el que podemos sentirnos cómodos y ser nosotros mismos.

Si no somos capaces de liderar ese momento, todo el trabajo previo que hemos hecho preparando nuestro discurso, conociendo a fondo el tema o buscando maneras de conectar con el público no servirá de nada…

Comunicar es el arte de transmitir lo que somos. Si cuando comunicamos nos sentimos pequeños e inútiles, eso es lo que verá en nosotros nuestra audiencia. Aunque nuestro discurso sea brillante, poco importan las frases impactantes que tengamos pensadas… Las diremos sin ganas, sin ímpetu, con un tono apagado que nos impedirá rematar cada frase…

Por ello, no concibo la comunicación sin aplicar a ella la Inteligencia Emocional ni hacer primero un camino de auto-conocimiento que nos permita saber quiénes somos y cuáles son nuestros verdaderos objetivos en la vida.

La postura nos hace crecer.

Es curioso que hay personas menudas que nos parecen gigantes. He conocido algunas. No tienen mucha estatura ni corpulencia, pero son grandes, cuando hablan abarcan toda la sala, su voz llega hasta el último centímetro del espacio disponible. Su mirada está en todas partes y te acompaña. Están presentes todo el rato acompañando. Saben gestionar silencios y hablan impactando…

Son personas que se muestras firmes, pero flexibles. Cabeza alta y mirada intensa. Espalda recta y gestos abiertos que te ayudan a confiar en ella y creer en todo lo que dice. Con una sonrisa sincera que te hace darte cuenta de que lo que va a pasar durante la hora u hora y media de conferencia te permite hacer un parón en tu día y dedicarte a aprender, a crecer como persona.

¿Os ha pasado encontrar oradores de los que apuntarías cada frase porque parece que todas son lapidarias? Personas que cuando hablan te emocionan y el problema es poder apuntar todo lo que dicen porque te parece muy útil y al mismo tiempo no quieres perderte cómo lo dicen ni sus gestos porque son un espectáculo…

Fluir dentro de un equilibrio.

Gestionar tu estado interior es encontrar la forma de ser tú mismo sin permitir que esas emociones te traicionen. Fluir, pero sin perder el timón. Para ello, podemos contar con útiles herramientas que nos permite encontrar el estado de ánimo desde el cual dirigirnos a los demás. Un estado en el que nos sentimos capaces, motivados, con ganas de compartir y seguros de nosotros mismos.

La Programación Neurolingüística (PNL) nos ofrece muchas técnicas que nos permiten «programarnos» para liberarnos de limitaciones (que no son reales, son aprendidas a lo largo de nuestra vida) y poder dar nuestra mejor versión. En la gestión de las emociones, tienen un papel destacado nuestros pensamientos. En realidad, la persona que somos hoy es el resultado de lo que pensamos ayer que seríamos. Cada día repetimos más de 80% de nuestros pensamientos, por tanto, vale la pena prestar atención a qué pensamos y qué nos decimos a nosotros mismos. En este sentido, las palabras que usamos, nos conducen a estados de ánimo que acaban modificando nuestra forma de enfocar la vida y nuestro carácter con el paso del tiempo.

Si llevamos media vida pensando que fracasaremos, fracasamos. Si nos decimos a nosotros mismos que no podemos, jamás podremos.

Como dice la coach Paula Sopeña en su artículo No es magia, es Programación  Neurolingüística  «La programación Neurolingüística nos explica hasta qué punto la calidad de mis pensamientos afectan a cómo me hablo a mí, a los demás y por tanto cuales son mis resultados en cuanto a mis acciones y a mis relaciones».

Una de estas herramientas es el anclaje. Se trata de asociar un estímulo a un estado emocional. Con ello queremos repetir el estímulo y conseguir que nos permita repetir ese estado emocional concreto que nos hace sentir cómo necesitamos sentirnos en ese momento… Motivados, con ganas de trabajar, calmados… Es lo que en psicología se le llama «respuesta condicionada».

Comunicar no es sólo informar, es contagiar un poco de tu entusiasmo y motivar.

Cuánto nos fascinan esos oradores cercanos pero que al mismo tiempo, al tenernos al lado, sientes que tienes mucho que aprender de ellos, sobre todo actitud.

Encontrar ese punto en el que muestras autoridad, pero no te impones. Estás seguro de ti mismo, pero con tus gestos demuestras la humildad del que sabe que le queda mucho por aprender.

Que eres imperturbable a la adversidad pero que te pones en la piel de los que te escuchan y cuando te hablan sientes lo que ellos sienten porque no eres ajeno a sus problemas.

Que notan que te importan y les escuchas.

Y conseguir que las personas que han venido a escucharte salgan de la sala satisfechos, haciéndose preguntas y motivados para poner en práctica algo de lo que les has propuesto.

Cuando bajas de la tarima y sabes que, aunque tienes por mejorar, has aportado valor y has sido tu mejor versión.

GRACIAS POR LEER  ESTE POST.

ESPERO VUESTROS COMENTARIOS.

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MERCÉ ROURA

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Acerca de Mercè Roura

Mercè Roura. Soy periodista y formadora en comunicación, inteligencia emocional y marca personal. Estudié en la Universidad Autónoma de Barcelona y dediqué unos cuantos años a la radio y la televisión. Aprendí mucho trabajando en programas informativos tratando temas de política y economía. Dediqué más de diez años de mi carrera a moderar tertulias y programas de debate político en la televisión. En 2007 empecé a dar un giro a mi carrera, después de formarme en diversos cursos de oratoria, lenguaje no verbal y marca personal. Descubrí mi vocación por formar y ayudar a las personas a sacar su talento a la luz y conseguir que muestren todo su potencial. Allí empecé mi camino como formadora, una tarea que me apasiona. Actualmente estoy cursando un Máster en Inteligencia Emocional aplicado a la formación. Una de mis grandes pasiones son las palabras. Siempre he pensado que tienen mucho poder y que nos pueden ayudar a cambiar el mundo. Fruto de ello empecé un blog en 2011 que culminó en 2015 con la publicación de un libro “Amo la Imprudencia de mis palabras”.

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