Siempre se ha dicho que los españoles no somos buenos comunicadores, posiblemente la ausencia de asignaturas como Oratoria –que se está introduciendo, por fin, en la enseñanza obligatoria-, Comunicación Escrita, Comunicación no Verbal, Netiqueta y Protocolo Social, entre otras –permitidme que defienda mis especialidades- expliquen en gran medida esa concepción tan arraigada que va camino de convertirse en desacertada.
Comunicamos mal cuando no escuchamos. Sin escucha activa y proactiva no hay comunicación.
Comunicamos mal cuando recurrimos a la improvisación en lugar de centrarnos, largamente, en la preparación, que anticipa el éxito en las respuestas que nos puedan plantear.
Comunicamos mal cuando no ofrecemos una introducción que atrape la atención y anticipe una charla u opinión que queramos escuchar, y no realizamos un cierre digno de recuerdo.
Comunicamos mal cuando nos creemos los mejores y transmitimos arrogancia y egocentrismo en lugar de humildad y conocimiento.
Comunicamos mal cuando no respetamos el tiempo adjudicado a nuestras intervenciones, desvariando el programa establecido y restando minutos para la explicación de los compañeros.
Comunicamos mal cuando monopolizamos las conversaciones en lugar de interactuar con el resto de los presentes, mostrando interés y respeto.
Comunicamos mal cuando empleamos un vocabulario incomprensible para la mayor parte de los presentes.
Comunicamos mal cuando ignoramos a las personas que nos prestan su tiempo y atención, dedicando nuestra mirada a objetos inertes o sujetos ajenos al tema tratado.
Comunicamos mal cuando queremos ofrecer una imagen que no se corresponde con lo que uno es, convirtiéndote en un burdo imitador. La naturalidad es una característica clave del buen orador.
Comunicamos mal cuando no sentimos lo que estamos diciendo, no creemos en el mensaje que queremos transmitir, anulando el entusiasmo que debe presidir nuestras acciones.
Comunicamos mal cuando nuestros gestos no armonizan con la palabra que emitimos, anulándola en lugar de complementarla y potenciarla.
Comunica con pasión, habla de lo que sepas -y hasta donde sepas-, presta atención a las señales no verbales que emites, y observas, mira a tus interlocutores, emplea palabras conocidas por todos y sé tú mismo.
¡¡Disfruta de la comunicación!!
MUCHAS GRACIAS POR LEER ESTE POST.
¡ESPERO TUS COMENTARIOS!
UN SALUDO.
MAR CASTRO.
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Paco Castaño
15 octubre, 2015 de 08:47Hola Mar,
Muchas gracias por este artículo.
La verdad es que la comunicación, o mejor dicho la falta de ella o la mala calidad de la misma, es la clave de todo lo que nos pasa. Y no solo al hablar en público sino en cada ocasión que tenemos que interactuar con alguien …es decir…siempre.
La mayor parte de tus comentarios son aplicables a todas las situaciones (hablar de lo que sabes y hasta donde sabes, ser tú mism@ y no aparentar, escuchar activamente…)
Pero me quedo con la actitud de humildad tan necesaria para crear un ambiente ideal para compartir, aprender y disfrutar de la relación con los demás.
Gracias de nuevo y hasta pronto.
PAco