Cómo detectar mentiras.
Lo de detectar mentiras es tal vez lo que más atrae y llama la atención del lenguaje no verbal. Hemos visto tantas películas y series de televisión en las que el sagaz investigador sabe que el sospechoso miente por la forma en que desvía la mirada o por una desafortunada microexpresión en la boca…
Voy a hacer caer el mito, lo siento. En la vida real es más complicado y hacer un buen diagnóstico depende de muchos factores. El primero y más importante es que cada persona es un mundo. No podemos juzgar un gesto de forma arbitraria y universal, no al menos una expresión de este tipo, llamada delatora.
A menudo, vemos a alguien que se frota las manos y deducimos que está nervioso cuando en realidad puede que tenga frío.
Con las mentiras, sucede lo mismo.
Para detectar mentiras hay que conocer a esa persona y tener muy claro el contexto.
Lo más importante es la experiencia. Cuantas más caras analizamos, más fácil es reconocer qué nos transmiten. Y, sobre todo, usar la intuición. Cuando doy clase de oratoria o lenguaje corporal siempre les digo a los alumnos que no mientan, que sean coherentes. La razón, a parte de la honestidad con uno mismo, es el hecho de que incluso la persona menos instruida de su público sabrá que mienten. ¿Por qué?
Porque nacemos con un detector de mentiras instalado.
A veces, no sabemos decir por qué, pero no nos fiamos de alguien. En menos de un segundo, esa persona que nos la está “intentando colar” hace un gesto con la boca o con la cabeza que no nos resulta coherente. Cuanto más conocemos a la persona, más fácil es saber que miente.
Cuando mentimos nos ponemos nerviosos sin razón aparente.
Hablo de personas que parecen contener la respiración y no parpadean hasta que no asientes a lo que dicen.
Personas que te ofrecen todo tipo de explicaciones y excusas. Que de repente, se ponen a sudar y mueven las manos de forma distinta a la habitual, de forma incongruente.
Hay que prestar atención especial a dos zonas. Una son los pies, se mueven sin control, es una de las zonas más difíciles de gestionar en general y más cuando estamos en falso. Y la otra son los ojos.
No hay nada que no comuniquen tus ojos.
Los ojos que engañan son esquivos y huyen de la mirada ajena. Se desvían hacia arriba a la derecha para inventar historias, no aguantan la mirada y buscan con las pupilas la puerta o la manera de huir de la situación.
Y la posición del cuerpo, que se inclina en posición contraria a ti, con los pies y las piernas preparados para salir volando tan pronto como sea posible.
Los mentirosos no profesionales hablan sin convicción y con voz temblorosa. Bajan la voz al final de las frases, carraspean, parecen pensar mucho cada palabra que dicen para no delatarse y se tocan las manos y la cara.
A veces, tienen picores momentáneos y necesitan rascarse porque su propio cuerpo les delata.
Lo más importante es siempre fijarse en el cuerpo, porque cuando alguien miente, a no ser que sea un buen actor, sus palabras dicen sí y su cuerpo dice no…
Si quieres saber más sobre el poder del lenguaje corporal, no dejes de leer el artículo “El lenguaje no verbal es tu carta de presentación” escrito por Mercè Roura http://pruebatemagazine.com/el-lenguaje-no-veral-es-tu-carta-de-presentacion/
GRACIAS POR LEER ESTE POST.
SALUDOS
MERCÈ ROURA
Para ser el primer@ en enterarte de todas las noticias, entrevistas, artículos, consejos… publicados en PRUEBATE MAGAZINE…
¡Suscríbete gratuitamente a nuestro boletín!
En el momento en el que te suscribas recibirás de regalo, a través de tu correo electrónico, el vídeo tutorial: “El saludo: el arte de dar la mano”, por Marina Fernández Estacio.
Más información.